martes, 15 de marzo de 2011

got to

Por alguna razón no me siento triste, ni tengo ganas de llorar.
Tampoco salto de felicidad, ni ando con el espíritu de primavera que mi tía tanto afamó.

En estos momentos solo estoy.
Solo existo.

No siento ni siquiera expectación por lo que vendrá, o por lo que ya es.
Lo aprecio, claro. Pero no me emociona tanto.

Me duele el dedo índice de tanto escribir y no publicar, me da pereza peinarme y no quiero dejar de escuchar música jamás. Eso es lo que siento.

En una entrada anterior ya no podía esperar por el momento en que todo explotara, en que se definiera lo que pasaría y lo que ya no sería... pues ahora ya pasó. Hace un año era otra, hace dos meses era otra. Sí, ahora no sé quién soy, pero por azares del destino estoy aquí y a decir verdad me siento un poquito ansiosa por el momento en que todo vuelva a descontrolarse, por el momento en que vuelva a sentir esa impertinente necesidad de vivir.

Ya no me da miedo. El cambio. Y lo necesito, porque no me puedo quedar idle mucho tiempo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario